¡Hola, amigos!
Hoy vamos a hablar nada menos que de Wah-Wah Records, la mítica tienda de discos de Barcelona.
Y, diréis: ¿qué tiene Wah-Wah que no tengan otras para ser distinguida con una breve reseña en esta tan reputadísima web? Ay, amigos, es que, según el parecer de este vuestro servidor y autor de estas líneas, quien ha tenido y aprovechado la oportunidad de visitar y comprar discos en las tiendas más emblemáticas de Londres, Nueva York, San Francisco, Berlín, Ámsterdam y Tokyo, por citar algunas de las mecas del coleccionismo vinilero, pocos establecimientos tienen la sapiencia y surtido como Wah-Wah si lo que se busca es rock de los 50, 60, 70, Blues, Rythm&Blues, Soul, Psicodelia, Progresivo, Krautrock, Surf, Folk, Exótica, Soundtracks y un largo etcétera de géneros musicales dignos de tal nombre.
Wah-Wah es el proyecto de Jordi Segura, un amante de la música y de su glorioso soporte físico en rodajas de plástico prensado quien, en 1992 y en plena crisis del vinilo, aburrido de no encontrar la música que a él le gustaba en su formato favorito, no se le ocurrió cosa mejor que abrir su propia tienda. Ni corto ni perezoso encontró un local en la calle Riera Baixa de Barcelona donde, entre tiendas de parafernalia y ropa de segunda mano de aire ravalero, se puso a vender discos de coleccionismo de los estilos antes citados para desconcierto de vecinos, competidores y amigos, quien muy acertadamente lo tomaron por loco.
Lo siguiente que hizo, nuevamente aburrido de que los pocos sellos existentes no editaran los discos que a él le molaban, fue crear su propio sello, naturalmente. Y desde aquella reedición de los progresivos Arzachel en 1999 hasta el presente, nada más y nada menos que 299 referencias, material en su mayoría y en sus ediciones originales poco menos que inaccesible para el común de los coleccionistas. El criterio para editar un disco, según Jordi, es que fuera material rompedor, una propuesta arriesgada y avanzada para su momento; en la humilde opinión del autor, (al menos) otro criterio es que sea raro como un perro verde. Uno u otro, siempre de enorme interés y donde el propio Jordi y su equipo se han esmerado a la hora de recrear las carpetas y el arte original, con cuidadísimas ediciones hasta el más mínimo detalle.
Concluyendo: ningún amante del vinilo que caiga por Barcelona debe irse sin pagar la debida visita a Wah-Wah, donde pasar unas buenas horas manoseando LPs, escandalizarse del (aparente) caos y del (evidente) desorden, abrumarse ante la ingente cantidad de material de primera, maldecir por los precios (no es sitio para encontrar cholletes, no), y lamentarse más tarde del pastón gastado (o del de no haber podido gastar).
Reseña por el Sr. Lince.